Caminando por el borde de la ciudad de Lincoln, Cleverson llegó al basural. Lejos del centro urbano y colindante con nuevos barrios privados, la zona marcaba un contraste entre las recientes construcciones y el paisaje formado por montañas de basura. Denotando la ausencia de un plan de tratamiento de residuos, el basural atraía a visitantes locales en busca de materiales y objetos reciclables para su reutilización. Por activar un proceso de recolección sistemático, el lugar comenzó a nombrarse “el Shopping”. Cleverson, artista residente de la localidad de Lincoln, se interesó en las relaciones sociales y en la dinámica de recolecciones allí presentes. Aunque es un territorio en disputa, había un sentido de comunidad evidente. Así, decidió instalarse en el basural, buscando un intercambio cultural con lxs frecuentadorxs a través de la construcción de una pequeña choza hecha con los utensilios que allí se encontraban. Su instalación en el sitio atrajo la ayuda de coleccionistas que sugirieron formas de armar el refugio y le dejaron objetos e instrumentos para la construcción. Entre los utensilios, también le dejaron una cámara fotográfica, que luego fue utilizada para documentar el entorno. La mayoría de lxs habitantes de Lincoln desconocían el basural. Para problematizar entonces los contrastes que se visibilizaban en ese paisaje y resaltar la grieta que se estaba produciendo en la organización social, invitó a vecinxs de otras zonas de la ciudad a visitar el lugar. Como artista, su procedimiento de trabajo generalmente ya comenzaba con una mirada atenta a los residuos circundantes. En este sentido, el trabajo de Cleverson desencadenó discusiones sobre la circularidad de los procesos de adquisición y descarte, sobre intercambios entre los diferentes procesos de recolección allí involucrados, así como entre las diferentes concepciones tipológicas de objetos de valor.
Gabrele Dipas se interesó en percibir las configuraciones de los barrios de Lincoln y sus consecuentes configuraciones sociales. Escuchó constantemente a los habitantes hablar acerca de que el turismo en Lincoln debería ser estimulado, sería un modo para el desarrollo económico local. Entonces, teniendo en cuenta los efectos reales de las migraciones turísticas, Gabrele propuso una idea similar, pero diferente. Su proyecto partió de su contacto con Antonio, vecino ciego y profesor de braille de la biblioteca. Sus conversaciones sobre el universo de la percepción los llevaron a diseñar, en conjunto, una nueva propuesta turística. Crearon una empresa falsa llamada Turismo Braille, volcada a la movilidad interurbana y repensando las segregaciones culturales. Organizaron reuniones con interlocutores sociales de las áreas periféricas y centrales de la ciudad para desencadenar intercambios entre niños de diferentes barrios. Buscaban el estímulo a una reflexión más consciente sobre las consecuencias cognitivas y sociales de ese fenómeno global. Esto llevó a Gabrele a pensar el primer proyecto de la empresa: invitó a los estudiantes de los diferentes barrios a dialogar con el monumento más central de la ciudad, con el fin de cuestionar sus símbolos y discursos. Se trataba de la bandera nacional y el mástil de la plaza central. Haciendo alusión al "huevo de Colón", embebieron más de 500 huevos en yeso, cubriendo el monumento central. El gesto escultórico era una forma de repensar las monumentalidades públicas en un esfuerzo de autorreflexión colectiva.
El artista mexicano, Fernando Aldonaegui, fue el segundo artista residente en el municipio de Lincoln, la mayor ciudad del partido. Teniendo en cuenta la densidad demográfica de la ciudad, Fernando decidió trabajar a partir de los medios de comunicación locales (el periódico y la radio), con la expectativa de que eso pudiera habilitar un canal de acceso entre él y la comunidad. Con el fin de replicar ideas con las que se sentía representado, el artista publicó entre los clasificados del periódico local, citas de algunos de sus autores favoritos, frases que le llevaban a pensar sobre la idea de la existencia y sobre modos de expresión. A partir de esos contenidos publicados en el periódico, invitó a los habitantes a enviar audios de vuelta, audios que respondieran aquel "contenido del periódico" y que comentaran las impresiones que habían tenido sobre esas frases. Para él, se trataba de "pasar un micrófono a esa comunidad", una posibilidad de activar canales de "respuesta" a los medios de comunicación que ya estaban acostumbrados a acceder. Sería, quizás, una manera de activar otras posibles maneras de estructurar debates en los canales de la esfera pública.
Ana Ró, primera artista que residió en Lincoln en el año 2016, interesada en las relaciones entre interioridad y exterioridad, partió de conversaciones informales con los habitantes que iba conociendo por el camino. Siempre les hacía la siguiente pregunta: "qué objeto ilustra su interioridad"? Buscaba acceder a algunas memorias más profundas. Quería entender si era posible que un objeto los pusiera en contacto con una interioridad ya lejana. A partir de esta cuestión, la artista empezó a pedir prestadas esas "reliquias personales" que aparecían en las respuestas. Y para que eso se hiciera visible, estableció alianzas con comerciantes y dueños de locales de la ciudad para ocupar temporalmente las vidrieras de sus negocios y presentar a la comunidad los objetos que iban surgiendo a partir de sus conversaciones. Así, la artista estableció vínculos con aquellos habitantes justamente a partir de lo que les era íntimo y secreto. Pero lo que parte de un universo propio y particular alcanzaba la esfera del colectivo: los datos íntimos se convirtieron en objetos en exhibición. Para ella, activar espacios orientados a la venta como posibles puntos de subjetivación fue una manera de romper la lógica del mercado y de sobreponer el valor simbólico sobre el valor económico en la propia estructura del comercio.